entrega final
decisiones
A partir de nuestro proceso a lo largo de la cursada, decidimos realizar este último trabajo de manera grupal y presencial. Realizamos un scouting de diferentes locaciones a las que teníamos acceso (abajo de esta página) y en base a ello elegimos la parte subterránea del cementerio de Chacarita.
En los primeros acercamientos a la locación, nuestros planos reflejaban el aura más latente del lugar, sombrío, el frío en los pasillos interminables, bóvedas abandonadas, pétalos de flores secas en el piso, goteras, fotos de otra época, dibujos, cartas, vírgenes y simbolismos religiosos. Aunque era muy atractivo de por sí, ¿cómo abstraer este espacio? ¿Cómo contar esta experiencia de recorrer los ataúdes subterraneamente? ¿Cómo enfatizar su no lugaridad?
A partir de estas preguntas, la tercera vez pensamos en volver concientizando las sensaciones corporales que nos generaba el lugar y a imprimirlo en cada plano buscando contestar los interrogantes que se nos abrían.
Buceando en la historia, descubrimos que este cementerio fue diseñado en un momento en que la población local se triplicó y se necesitaba alojar allí cada vez más personas. Así, esta necrópolis moderna se correlaciona con el desarrollo de las ciudades.
¿Qué implica para un ser vivo visitar seres muertos bajo tierra? Dejar la superficie y el cielo para enterrarse en las penumbras un ratito. La tensión de un espacio amplio que no deja de apilar a las personas, en la posmodernidad se vive como se muere: en pocos metros cuadrados.
Desde lo formal buscamos representar la tensión entre la vida y la muerte desde el arriba y el abajo. Para ello utilizamos algunos planos contrapicados. Comenzamos con un cielo abierto y despejado que se tensiona con la arquitectura de la entrada a la parte subterránea. Para el segundo plano, pasamos al abajo, buscando las mismas direcciones de líneas que en el primer plano. Usando también un contrapicado. Para el tercer y cuarto plano buscamos una cámara con altura normal, apenas contrapicada para mostrar cómo se iluminaba el espacio desde esta mirada de recorrer las bóvedas como si estuvieran enterradas en la tierra.
El plano de la escalera es una sombra proyectada con una luz suave y envolvente del atardecer que contrasta con una pared inmensa de cemento con marcas. Fue grabado en un día nublado por lo que al pasar una nube, desapareció. Lo incluimos narrativa y poéticamente como ese camino de ida sin retorno.
El último plano dialoga directamente con el primero, en un plano aún más contrapicado donde se ve una porcioncita ínfima de cielo con la inminencia de las nubes que fluyen simbolizando el ciclo sin fin. En este plano trabajamos con un diaf cerrado para que el contraste fuera mayor.